quinta-feira, 14 de abril de 2016

Bilhete de Paciência



Nota de Paciencia


Hoy en día podemos reclamar de muchas cosas que pensamos son erradas y continúan erradas. La diversidad de comportamientos y formas de consumo cuando no chocan el egoísmo, arrebatan enaguas y labios en los cultos dominicales con idéntico sonido cantado! Podemos apelar al discado-denuncia ó con gritos de silencio. Se fue olvidando, Dios perdona. Las fotos multiplicaron más y más celulares colgados en viejos, riñones y pulmones, escondidos en bolsas u olvidados sobre bancos de laboratorios, cuando fueran ha hacer exámenes….

La tranquilidad de una gran ciudad, sólo llega a altas horas de la madrugada, excluidos los gemidos de camiones de basura o motos que pasan sonando. Las señales cierran para la nada, iluminando el vacío y avanzan con prudencia, es cuestión de sobrevivir. A cualquier momento surgirá una sombra que se aproxima, alguien que grita y se levanta de la tumba! Silencio sepulcral. Fin de noche ó en plena luz del día, pésimo será y no volverá por el ataque de las sombras ó por el bulto que quedo distante al acelerarnos: su ida tocara helado sonido de un teléfono…. No adelanta tener un celular apagado y uno fijo retirado “de las listas”, la policía descubrirá vecinos y voces de terceros darán la noticia… Accidental!  Repentina riqueza de los seguros y fuente de los inventarios. Los ricos planean todo, la clase media copia. Cuando es dolor anunciado, transfieren rápido inmuebles, vehículos y aplicaciones, destinan testamentos y cada flor del entierro es milimétricamente escogida por una pariente desocupada (listas digitadas en el computador).

¿Para qué pagar impuestos y costos de una Justicia cara y elitista si somos más inteligentes? Somos los pobres de ese país, donamos en usufructo nuestros empleos por los valores que quisieran obtener y tenemos un mes de vacaciones que aún no podemos vender…. ¡Los bancos sólo negocian papeles! Compraron nuestras vacaciones y parte de nuestras vidas. ¡Los clientes serán siempre afectados y congelados! Acciones, pólizas de seguros, deventures, algunos ceros a la derecha de extractos consolidados vía e-mail por personas físicas que tornan jurídicas y compran otras personas. Complicado juego de declaraciones. Los abogados saben y son pacientes: ni todo puede ser programado. Planto un árbol, hizo un hijo, escribió un libro ¿y ahí? El sueño de la Mega Sena es un billete premiado en el basurero, ¿olvidaron de chequear?

Donan fortunas en familia a los más nuevos y los más nuevos mueren...
La seguridad falla. Sorpresa sonando 4% de la ganancia y pueden volver veinte años al filo, ni así alguien deja de existir en los réditos federales, en el terminal de consulta, en el anaquel –apenas un número y era elector-… O no tenia un “pandero”, una tarjeta de cuenta corriente (con saldo negativo), un bolígrafo sin tapa y un ataúd de paño simple, ni seguro ni casa, también no importa: De compensado o madera noble, ¡conseguiría cerrar la tapa!
Mejor que fuese cremado y tirado al viento.

Los mejores años de nuestras vidas tal sean los de Facultad y quedamos ansiosos por formarnos. Después  una avalancha de cuentas, cansamos de los noticiarios de la noche y los amigos se apartan… Allá por los años 86, aún no habían celulares que persiguiesen a los estudiantes por el agitado corredor del 7º piso de una Universidad de concreto. Una voz conocida me cerco: “Guto, corre a la secretaría, tienes una llamada urgente”.

Un recado así no había recibido nunca, sin embargo resistente, recuerdo haber ido medio despreocupado a atender, sin preguntar quién era. Atendí a mi hermana rápidamente: “¡Guto, invadieron nuestra casa de playa! Los Sin Tierra ¡, ¿me estas oyendo?” y continuo  ordenando que saliera Ahora de ahí, que tomase el arma de papá si fuese necesario, acompañado de policías tomar las providencias –¡era urgente!-  Mi lado rabioso luego pienso que eso no quedaría así, que aquí nadie puede tener nada, un poco y ya seriamos secuestrados, me voy para Miami etc. Sólo conseguía responder con monosílabos tipo “ya”, “ya” y “haré lo posible”. Colgué. Mi segundo problema jurídico. Ya ganaron un Monza Hatch blanco, con techo solar y ruedas de magnesio para no dejar la Facultad de Derecho =)

Planeaba estudiar Cinematografía, hasta imagine la escena: en pie sobre el asiento, techo descubierto, de anteojos oscuros, un chofer mujeron tendida (La Farrah Fawcet en la época) apuntando aquella escopeta doble que quedaba envuelta en un paño verde detrás de las chompas, en el armario y los cartuchos eran rojos, divididos en cuatro (dumdum), ¡tenía una caja intactos!

Llegaría cerca de ese condominio sin saber cual objetivo acertar: eran más de quinientas rubias iguales, financiadas por la Caixa, de dos cuartos, sala, baño, cocina, entregadas sin al menos una varandita, por un constructor Fuad Zacharias asociado a otro señor pobrecito llamado Sergio Dourado (Una de las cuatro ejecuciones inmobiliarias que lanzaron, apenas en ese año 81), en una ciudad litoránea donde aún no había McDonald´s ni royalties del petróleo, ni esqueleto de un segundo puente. El dinero lo recibían al contado del Banco, pero no se importaban de usar arena de la playa en las construcciones… Bien, ¡invadieron y muchas!  Los propietarios al recibir las llaves, muchos eran argentinos conmocionados por la crisis económica y no conseguían pagar las cuotas que luego en los primeros años doblaron de valor. Parte fue recomprada por el Banco Itaú, que promovió desalojos forzados y judiciales.

Era época de Hiperinflación, confusión/caos, mesas de open, Bemoreira/Ducal, casas de Banha, Mesbla, Coroa/Brastel, efectos Delfín sobre los auspicios de la Pam Am… y teníamos un General Presidente que sólo hacia montar a caballo y amenazar ruleta rusa. No use armas. Estábamos en la nueva República y las invasiones seguían por la década del 80 y pienso que continuaban, crisis social.

Fin de semana siguiente, llamé a una amiga itálo-brasilera para acompañarme sin decir nada a ella o a mi familia y armados de carpas de playa y protector solar enrumbamos para la región de los Lagos. Allá llegando (ella era tan burra, que la deje en el carro oyendo música). “¡Voy allí, a resolver un problema!” Me aproximo, todo parece calmo y las puertas estaban abiertas. Una carroza con neumáticos de caucho estacionado en el piso de grama, cansada, inclinada para el cielo y cerca algunas gallinas que corrían en medio de niños. Fui caminando, una cuerda de nylon verde ajustada hasta la reja secaba ropas. Un caballo relinchaba amarrado al tronco que está en el medio del terreno y florece verde y amarillos todas las primaveras.

Descubrí cuando mande que el jardinero derribase el árbol, porque era feo… “¿El Señor va a derrumbar ese “Palo Brasil”? Nunca llamaría más para la estética, deje los dos allá y planté otra “flamboaya” en el frente, algunos cocoteros, dos troncos de plátano, un pie rastrero de maracuyá, piña y uno de papaya que murió. El jardinero también murió y pasaron meses de mato alto, hasta que supimos la noticia… Un cabo frío rural, distante del centro y pequeños rebaños vacunos pasaban por la puerta, siempre una señora con más de treinta cabras, cabritos y cabros negros cachudos, blancos y fuertes, cachorros corriendo, cruzando la vía vieja de Búzios; sé que vive por allí, no sé si ya fue invasora o expulsada de algún lugar. ¿Dónde estarían los adultos? ¡Fui entrando, al final la casa era mía y cómo son felices esos lugares de veraneo!
Poco vamos a disfrutar el balanceo de una hamaca, usar el regador, pasar una tarde en Itapoã o simplemente jugar a las cartas, conversando hasta caer la madrugada.

Nadie allá, con excepción de objetos desconocidos, un acordeonsero de barro me llamó la atención.
Esteras de paja y fardos amarrados y en el baño jaulas colgadas con pajaritos, ¿Quiénes son los Sin Tierra o Sin Techo? Millones que viven vagando y un día paran cansados, allí unos doscientos hicieron hasta una Asociación (APIB, la “i” es de Invasores). Una niña mayor, tal vez diez  años se aproximo acompañada de otros menores y pregunto “¿Quién es Usted?”, respondí diciendo ser “Guto” y pregunte donde están sus padres. Quedo callada y después murmuro un “salieron”. La tarde escaldaba el sol y la otra ya bocinaba frenéticamente llamando la atención. Resolví ir al mar a distraerme.
Volveríamos en una hora, sin el cáncer de la preocupación, ¡sin celulares!

Re escribir esos momentos con la mayor fidelidad y como decir lo que sentí solitario, descalzo, de bermuda y camiseta regata, blanca por coincidencia. El sol continuaba brillando, pero no había carroza, ningún animal o niños cerca jugando. Puerta cerrada y cinco adultos que intimidaban. Un muchacho aseguraba la hoz, amenazaba y miraba con odio. El papá era moreno canoso, barrigón, candidato a un infarto y sudaba mucho… Machete en la cintura y algunas mujeres con herramientas en el círculo. No tuve miedo y rompí el silencio diciendo: “¿Entonces, el señor no tiene casa, verdad?”.

MI amiga estaba gélida en el muro, como un marmoteado arrancado a la mala por el golpe. El hombre quedo mirándome y respondió fijando sus ojos: “ya trabaje mucho en esta vida y no tengo nada”; saber que decir –palabras difíciles- Era muy joven para decir las verdades del mundo y nunca guste, pero tenia dignidad, recordé de eso: “el señor tiene su dignidad”; en el momento se callo. Calmadamente continué, sintiendo firme la grama y reconociendo el acento nordestito del joven que en paralelo “de aquí nosotros no vamos a salir, etc.”; “vine sólo ha hablar con el señor, porque sé que él va a entender, si esa casa fuese abandonada, pero tiene dueño”… y a los pocos fuimos bajando el tono de la intriga, sin ofensas, sin política, sin dinero o amenazas. Pensando hoy ni sé como conseguí. Hablamos de Ceará, del tren que corta la mata y va hasta Juazeiro y ellos eran de la sierra, del frío de quien bucea en “cascadas” cearenses y un día pararon por allí, venidos de las “chapadas”, de los campos, de los Goytacazes.
Me sirvieron agua de pozo y acepte. Al atardecer salí en duda, con pena de ello y rabia de los políticos. Sabría cuando volviese, un mes después, plazo dado para la desocupación. Demore un poco al volver y con apoyo de una hermana sensata, dos meses volaron para felicidad de encontrar un refugio vació y los pocos muebles en el lugar.

Llevaron el motor del refrigerador, cortinas, utensilios lo que fuese fácil de cargar, pero la puerta estaba junta y un rayo de sol brillaba en la cerámica –conmemorando el derecho amigable- No necesita apelar al lado implacable de la Ley. Al reparar bajo la puerta, un papel de pan, sucio de polvo, estaba rasgado al medio, cuidadosamente sobrepuesto, un pedazo sobre el otro ¡una nota de Paciencia! Quien escribió podría haberlo picado, no lo hizo, en cierto momento tuve rabia y rasgo y pienso mejor.
Junte el mensaje, acompañando los garabatos: “Doctor Guto, usted es buena gente. Que Dios este siempre cerca suyo”. Casi veinte años después, esta nota está guardada y construyeron una Iglesia Católica en la misma cuadra.


Rio de Janerio, 12 de noviembre de 2004
Abrazo del Dr. Guto


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